6 rasgos de una empresa saludable
Muchas personas se preguntan si están trabajando verdaderamente en una empresa saludable.
Mientras que, en otros casos, algunos candidatos se cuestionan si la vacante que quieren ocupar pertenece a una compañía sana
Una forma de saber si una empresa es saludable consiste en identificar si poseen los siguientes rasgos:
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La empresa confía en las normas de conducta
El precepto básico en esle sentido son: los buenos modales, tratar a los demás con cierto tacto, tener en cuenta cómo le gustaría a uno ser tratado. Este valor se apoya en la convicción de que la gente trabaja mejor cuando es respetada, cuando es auténticamente valorada por lo que aporta a la compañía.
En una compañía eficiente las acciones dicen más que las palabras, las promesas se mantienen. Rara vez surgen discrepancias entre lo que los managers dicen y hacen, y no se toleran los engaños, las verdades a medias, ni las decepciones.
Los managers son honestos con los empleados, comparten sus conocimientos e incluso sus sentimientos; y son equitativos: distribuyen las recompensas o las sanciones de acuerdo con los hechos y los logros. La sinceridad es una norma en todas las relaciones.
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Respeto por las diferencias
La gente que respeta las diferencias propias de un individuo sabe que en una oficina o fábrica trabajan personas que tienen un aspecto diferente, actúan de distinta manera, y han crecido en diferentes culturas, pero que son igualmente capaces y meritorias. Antes de insistir en que todos se adapten a las normas —por ejemplo, las de la clase media, de la raza blanca o de la religión— los empleados y managers deben valorizar la riqueza y la diversidad de ideas que el personal puede aportar en sus tareas.
Las compañías pueden mostrar su respeto al no promover políticas o normas tácitas que en- trañen una fuerza laboral homogénea. Por ejemplo, las promociones o ascensos deben ser iguales mujeres y minorías étnicas o religiosas, los horarios de trabajo tienen que ser suficientemente flexibles para acomodarse a todo tipo de situaciones familiares, etcétera; y debe alentarse a los empleados para que expresen sus diferencias personales. No hay ciudadanos de segunda clase, sólo seres humanos con igual merecimiento y con funciones y responsabilidades específicas.
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Espíritu de colaboración
Este valor nace de una firme confianza en la comunidad, en el mérito del esfuerzo compartido, del trabajo en equipo, y en la satisfacción que produce ser útil al prójimo. Aunque sean individualmente capaces, tanto el manager como el empleado creen que es mejor pensar de a dos, y mejor aún cuando lo hacen varios.Forman grandes equipos con sólidas relaciones entre los participantes, porque interpretan la dinámica de dar y recibir, de liderar y adherir.
Juntos, empleados responsables y managers capacitados forman un equipo especial: un emprendimiento de personas consagradas a motivarse mutuamente y producir resultados. Este grupo no es un conjunto de “muchos indios para un solo cacique” sino un equipo de colaboración, integrado por individuos que progresan hasta asumir el manejo cuando han adquirido más experiencia, conocimientos específicos o talento creativo en una determinada área. El lema del trabajo en equipo es: “Cada uno es un líder y todos somos sus seguidores”.
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Prioridad para la salud y el bienestar
Los empleados saludables son el más valioso activo de una compañía. Como una pieza mecánica de alta precisión, el empleado debe ser “mantenido y pulido”, desde reducir su nivel de colesterol hasta permitirle tiempo para sus asuntos familiares.
Concierne a este valor el hecho de que el trabajo puede hacer que el personal enferme o mejore su salud. Las condiciones físicas y psicológicas en el trabajo —que incluyen el tamaño de la pantalla del ordenador, el aire acondicionado, el grado de hastío que puede producir una tarea y las actitudes de los jefes— juegan un importante papel en el bienestar y el rendimiento.
A nivel de compañía, la salud y el bienestar se manejan a través de los correspondientes programas que cubren salud e incapacidad física y los programas de asistencia al personal, flexibilidad horaria, sueldos competitivos y equitativos, y participación en las utilidades. La seguridad también es un problema, y las compañías eficientes le han asignado gran importancia; han instalado dispositivos de seguridad en cada rincón de sus oficinas y plantas fabriles.
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Flexibilidad y adaptabilidad
Este valor se apoya en la inevitabilidad del cambio y en la necesidad de asumir cualquier evolución natural, ya sea ésta financiera, tecnológica o personal. Los empleados flexibles muestran esta tendencia en las actitudes con que enfrentan los obstáculos y las situaciones nuevas. Hacen suficientes preguntas y no se desalientan fácilmente. Dotados de capacidad y no de conformismo, no le huyen a la tarea difícil, ni eluden las responsabilidades. Cuando la situación es agobiante, su espíritu, vitalidad y actitud ganadora les guía en los momentos difíciles.
Los managers que poseen esta cualidad saben que, más allá de lo que el empleado haga diariamente —ya sea algo corriente o fuera de lo común, manual o intelectual—, el personal necesita variedad, flexibilidad y un sentido del cumplimiento y de la propiedad. Las compañías progresistas y eficientes alientan este valor a través de una serie de propuestas: le dan al empleado las herramientas para manejarse con el cambio; les comunican por anticipado los despidos y traslados de personal; y encaran la transición del modo más serenamente posible.
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Interés por los productos y el proceso
Con una misión y un plan de acción precisos, el personal que se interesa por los productos se vuelve activo y eficaz. Fija las metas, las superaciones y los programas, y sabe hacia dónde está yendo y por qué. Estos empleados se preocupan por lo que ocurre en su compañía —se sienten personalmente involucrados y responsables por sus éxitos y fracasos.
Sin embargo, este interés por el resultado no interfiere en su consideración por el proceso. Si bien son pertinaces y competitivos, se preocupan tanto por los métodos de producción como por el producto mismo. Por muy comprometidos que se sientan, saben que tienen que tener en cuenta los intereses y las necesidades de todo el equipo.
Esta es la razón por la cual la paciencia y la perseverancia son fundamentales; un resultado lógico de su Arme creencia en la gente, su respeto por las relaciones y su compromiso con la misión de la compañía en el largo plazo. La experiencia les ha demostrado que aun cuando lograran resultados inmediatos, éstos serían casi siempre transitorios y a menudo impedirían el éxito personal y económico. Actualmente, las compañías progresistas consideran a los productos y a las ganancias no como una meta inmediata, sino más bien como el resultado de un proceso correcto. Sus éxitos económicos, el mejoramiento de la calidad, sus mejores servicios, y las ventajas competitivas son las secuelas del esfuerzo colectivo y los valores compartidos.
Estos valores son el elemento vital de una compañía progresista y fluyen a través de las arterias de la organización. Cada empleado, supervisor y manager debe decidir cómo hacer su trabajo. Más allá de la importancia de su grupo de trabajo o de su ubicación en la escala de la organización, lo que suceda con esos valores está en sus manos.
Incorporar valores implica generar una metamorfosis, que comienza por uno mismo, luego esos valores se aplican al propio ámbito de trabajo, y por último se difunden por toda la organización. De esta manera, a medida que usted vaya leyendo cada capítulo, advertirá que las ideas y sugerencias que se originan en un plano personal, luego se proyectan hacia afuera hasta abarcar su función como manager y finalmente hacia todas las acciones y principios de su compañía.
Si usted asume dichos valores como propios, vive y trabaja con ellos, y los adopta como principios prácticos, se sentirá más fuerte, lo mismo que la compañía que maneja. Los siguientes capítulos derivan en forma directa de esos valores fundamentales y representan los ocho principios de una compañía eficiente..
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